DESCRIPCION
Esta fiesta se remonta a la época romana cuando se veneraba a la diosa Ceres. El rito fue debidamente cristianizado cuando el rey Visigodo Liuva II le regaló, en el año 602 d.C, a la ciudad la imagen de la Virgen del Prado, a la cual hoy todavía se le realizan ofrendas.
Paradojicamente, hoy se mantiene parte del antiguo rito romano, seguramente por su fuerte pintorequismo: el domingo posterior al de Resurección, el Alcalde recibe a diversos caballeros que, luego, llevan leños floridos a distintas plazas y puertas de las iglesias de la ciudad.
Antiguamente, los feligreses hacian su buen gesto del día haciendo donaciones del dinero tanto para sostener las fiestas como para ayudar a los pobres de la ciudad.
A partir de allí, y durante toda la semana, se realizan diferentes actos, donde se combina la diversión con la cultura, incluyendo exposiciones, conciertos, conferencias, degustación de productos típicos y, por supuesto, los tan populares encierros taurinos.
También se organizan actividades infantiles que incluyen talleres de manualidades y teatro en puntos emblemáticos de la ciudad.
Antiguamente, existia una tradición llamada "toro embolado o encohetado": un toro atado con sogas que llevaba teas encendidas en sus cuernos.
El sabado, durante la mañana, son celebradas correrías con cabezudos y máscaras por las calles; a la tarde, se reune un cortejo con todos los alcaldes de las tierras de Talavera: este cortejo se encamina, junto a otros invitados, desde la Plaza del Pan hacía la Basílica del Prado junto a carrozas y personas vestidas con trajes típicos de cada localidad.
Normalmente, el cortejo es cerrado por un carrito tirado por dos carneros, que porta la ofrenda de la pedanía de Gamonal.
En la Basílica, el Alcalde hace, en nombre de todos los presentes, una ofrenda a la Virgen del Prado. Es tradición que cada localidad traiga ofrendas (flores) a la Virgen.
El acto suele terminar con la entonación del himno de la Virgen del Prado.
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