DESCRIPCION
En el año 576 los visigodos establecieron su capital en Toledo, bautizando con el nombre de Reino de Toledo a todo el territorio que ocupaban en la península ibérica.
Mantuvieron su control sobre esta area hasta su expulsión por los musulmanes en el año 711.
Parte de la muralla de la ciudad de Toledo es resultado de su trabajo, especialmente lo que va de la puerta de Doce Cantos a la de Alcántara; lamentablemente, no se encontraban demasiado muestras de su presencia en la zona hasta los hallazgos ocurridos en la Vega Baja.
La zona de la Vega Baja se encuentra al norte del casco histórico de Toledo, extendiendose por más de cincuenta hectáreas. Ocupa una superficie limitada a la izquierda por el río Tajo y al norte y este por los cerros que rodean a ciudad.
El importante yacimiento arqueologico de la Vega Baja esta gestionado por la empresa Toletum Visigoo (que integran el Ayuntamiento de Toledo, la Junta de Castilla-La Mancha y la Cartera Santa Teresa) y su intención es ampliar la oferta histórica de la ciudad, que ya fue declarada Patrimonio de la humanidad en 1986.
Lauro Olmo, director científico de las excavaciones de la Vega Baja junto a Ricardo Izquierdo, además es profesor de Arqueología de la Universidad de Alcalá de Henares y explica que “Toledo era la capital del Reino Visigodo y, por tanto, la ciudad más importante del periodo. Esto era una evidencia histórica reflejada por la documentación escrita pero faltaba su constatación arqueológica”.
Y luego agrega que: “la visión de la época visigoda está cambiando en nuestro país gracias a los avances de la investigación arqueológica. El territorio estaba estructurado en esa época mediante ciudades más o menos dinámicas, poblados y aldeas campesinas, monasterios... y todos ellos reflejan una sociedad inmersa en procesos de cambio que se estaban produciendo simultáneamente en el ámbito mediterráneo y en el continente europeo”.
Las primeras excavaciones en la Vega Baja comenzarón en el año 2001 y los doscientos sondeos realizados confirmaron la existencia de importantes restos arqueológicos.
Según Izquierdo, pese a todo lo hecho, aún queda mucho por hacer: "los trabajos durarán años, teniendo en cuenta que, por principio científico, las labores arqueológicas tienden a ser lentas. Son muy minuciosas al tener que documentar cada hallazgo”.
Las zonas estudiadas comienzan a dar importantes datos sobre la época medieval cristiana, situada entre los siglos XII y XIV, o de epocas posteriores, que se añaden a los datos que hasta ahora se poseían, centrados en las épocas romanas, visigodas y andalusí.
“Un yacimiento arqueológico -según Olmo- no es como los documentos escritos que han llegado hasta nosotros y que siempre están ahí para poder volver a ellos y reinterpretarlos las veces que se estime necesario. La investigación de un yacimiento supone una alteración radical de ese espacio y conlleva una parte de destrucción de su fisonomía, que es la que permite el avance de la excavación”.
La extensión y disposición de la Vega Baja la convierten en una gran fuente de información sobre la época visigoda, y los informes obtenidos pueden compararse con los conseguidos en los yacimientos de Recópolis.
Según Izquierdo, a medida que avancen los trabajos de la Vega Baja “se podrán establecer comparaciones con los resultados arqueológicos de Recópolis ”.
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